Llega un momento en el que deja de sorprenderme cómo se enfría la relación de los jóvenes con el fútbol, a medida que se hacen mayores.
Esa ilusión que tienen cuando son niños, esa pasión por llegar a los entrenamientos, se ve correspondida normalmente, con la presencia abundante del balón durante las sesiones.
Es el balón, el protagonista, y ese elemento que hace que elijamos este deporte por encima de otros. Por este motivo, cuanto más presencia de este elemento en los entrenos, y más contacto se produce con él, mayor es la motivación y la ilusión de los jugadores.
Si ya importante era la presencia del balón años atrás, en la actualidad todavía lo es más. En una década donde los estímulos tecnológicos tienen secuestrados a una gran parte de niños y jóvenes, reduciendo considerablemente el interés sobre otras actividades, tales como las deportivas, es sumamente importante generar esos estímulos en los entrenos.
Hoy más que nunca, los entrenadores deben exprimir al máximo su creatividad, para poder ofrecer entrenos con esos estímulos que arranquen a los niños de las pantallas. La presencia continua del balón es fundamental.
No sólo se trata de que el balón esté presente. Los ejercicios deben contener los debidos alicientes que motiven al jugador, pero que a la vez permitan trabajar los contenidos que se pretenden.
Normalmente, esta relación con el balón, está presente en los entrenamientos en categorías de iniciación. Es en esta edad, en la que más pasión muestran los niños por el fútbol.
Pero esta pasión en muchos casos, va menguando, dando por hecho que la causa es el cambio de preferencias de los propios jóvenes a medida que van creciendo.
Pero, ¿y si no es “culpa” de los jóvenes? ¿Y si son los entrenos los que dejan de ofrecer esos estímulos que antes sí ofrecían?
Lógicamente, el nivel de exigencia y competitividad, va aumentando a medida que los jugadores crecen. Los contenidos de los entrenos también lo hacen, dando lugar a componentes de carácter más físico y táctico.
Aumentan las distancias y el número de jugadores, y al final, el balón acaba siendo compartido por una multitud, con lo que el contacto individual con el esférico, disminuye drásticamente.
Quizás esa pérdida de protagonismo del balón en las sesiones de entreno, tenga algo que ver en esa pérdida de interés de los jóvenes. Y es que todos los que hemos jugado a fútbol, sabemos que no hay mejor momento en el entreno, que aquel en el que te relacionas con el balón.
Y es que aunque se pretenda trabajar aspectos físicos, el balón puede estar presente, y no precisamente como un complemento testimonial, si no todo lo contrario, aumentando el rendimiento y productividad de la sesión y la motivación para llevarla a cabo.
Posiblemente ayudemos a combatir el abandono prematuro de la práctica deportiva, si llenamos el campo de balones.