Sigue mi viaje como entrenador desde el principio hasta hoy.
Mi padre fue jugador de fútbol durante muchos años. Pero en su época no había la posibilidad de vivir al deporte como hay hoy en día. Cuando entonces me tocaba a mí ser jugador, me pregunto si la presión fue demasiado grande. En realidad no lo creo, porque no me acuerdo nada de eso. Jugaba porque es lo que se hacía en los años 90. Es lo que hicimos todos da igual el interés o no.
Yo fui más el espectador. A mí me gustaba estar al lado viendo los partidos, tanto por la tele como en los campos. Lo disfrutaba de otra forma. No fue hasta que tuve 18 años y vivía en San Francisco en Los Estados Unidos que mi interés de ser jugador surgió de verdad. Había instalaciones de alto nivel donde podía entrenar.
Llegué a hacer una prueba para un club semi-profesional que se llamaba Club Marin, justo al norte de la ciudad. Me cogieron, pero por asuntos de visado tuve que volver a Europa un par de meses después.
De vuelta en Suecia hice una prueba para un equipo amateur, y técnicamente podría meter a jugadores en la grada, pero físicamente no tuve ninguna posibilidad de competir.
Jugadores de 190 cm de altura y un peso de 90 kg, pues digamos que no me dio mucho éxito. En ese momento había pasado un año desde que mi padre murió de cáncer. Intenté seguir jugando, pero me quedé lesionado por no aguantar el fútbol físico de Suecia.
Las rodillas me gritaban de dejar de jugar, por si no, podía que me hubiera lesionado más. Con 20 años, por esa razón, lo dejé.
Los + y – de la semana
+ Positivo
1. La Primer División Nacional Femenina Grupo 3. El fútbol cómo debería ser.
2. Frenkie De Jong parece haber encontrado su sitio en el Barça. Sólo falta que Riqui Puig le siga.
– Negativo
1. Los clubes de la Primera Catalana siguen sin respuestas de la FCF a pesar de su demanda. ¡Vergonzoso!
2. No se puede romper el confinamiento municipal para entrenar ni jugar al fútbol, pero sí que se lo puede hacer para ir a un míting político ante las elecciones catalanas. Me quedo sin palabras.