
El entonces entrenador del Cádiz, Álvaro Cervera, llevó al club andaluz de Segunda B a Primera donde el año pasado logro triunfos grande contra el Barça y el Madrid. Ahora ha sido echado por el club.
Los resultados en el fútbol profesional marcan la diferencia entre éxito y derrota. Igualmente en una empresa. Tal y cual, los clubes de fútbol son empresas aunque sean fundaciones, asociaciones deportivas o profesionales. Generan dinero y el dinero entra con el éxito en el campo.
Si un equipo no gana sus partidos y sacan suficientes resultados bueno siempre se echa la culpa al entrenador y que se vaya a la calle. En un empresa si los resultados no salen, los primeros que se vayan a la calle no son los jefes, supervisores u otros tipos de puestos superiores, sino los trabajadores mismo. Es decir: los agentes, asesores, o mejor dicho, los que trabajan en el «suelo» haciendo el trabajo sucio. Ellos son los primeros que se echan a la calle. Por son ellos que hacen el trabajo a primera mano.
En el fútbol es lo mismo. Son los jugadores que tienen que hacer el trabajo en el campo. El entrenador físicamente no puede afectar qué pasa en ello durante aquellos 90 y pico minutos del partido. Y además contra un rival con la misma meta que él; ganar.
Toca recordar que si un decide que un jugador no hace bien su trabajo lo peor que le pasa es que se vaya a la grada sin jugar. Seguirá con su sueldo hasta o terminar el contrato o acabar fichando por otro club. Un trabajar con un contrato fijo fácilmente podrá ser echado con una indemnización mucho más baja que si fuera un jugador de fútbol. No solamente por el sueldo sino por los tipos de contratos.
Igualmente, la gran diferencia es que si un trabajador no hace su trabajo bien va fuera. Si un jugador lo hace mal seguirá todo igual y si al final son más de uno y los resultados van mal será el entrenador quien va fuera. En las empresas apenas ves a un supervisor fuera por resultados malos de su equipo.
¿Por qué?