A finales de la temporada pasada se anunció la colaboración entre el Grup La Pau y la Fundación de Fútbol Badalona por la que la cooperativa badalonesa sufraga los gastos derivados de la práctica del fútbol de los niños y niñas de la ciudad en riesgo de exclusión social.
La cooperativa de ambulancias lleva más de 35 años ofreciendo servicios de transporte sanitario en el Barcelonès Nord, creciendo con el paso de los años, hasta día de hoy que también ofrece servicios en Euskadi y una gran cantidad de ayuntamientos del territorio catalán.
Grup La Pau tiene acuerdos de colaboración/patrocinio con diferentes entidades deportivas en Cataluña y Euskadi. Tal vez la similitud con la cooperativa les haga sentirse familiarizados con las entidades deportivas, puesto que, salvando las diferencias, a nivel organizativo en las dos hay una Asamblea General (socios) y una Junta Directiva.
Jordi Alonso es el Director Financiero del Grup La Pau y uno de los responsables del crecimiento de la empresa de la última década.
Salvando las diferencias, ¿una cooperativa y un club de fútbol funcionan de la misma manera a nivel organizativo?
Depende. Si nos fijamos en los modelos tradicionales, que a día de hoy en España sólo mantienen, a nivel profesional, el FC Barcelona, el Real Madrid, el Athletic Club de Bilbao y el Club Atlético Osasuna, sí que podemos encontrar similitudes muy evidentes:
La masa social es quien elige a sus representantes. Éstas son personas conocedoras de la idiosincrasia de la organización y forman parte de ella. Son modelos participativos donde las decisiones claves son consensuadas por la mayoría en Asamblea, etc.
Si, en cambio, comparamos con la que hoy en día es la forma societaria predominante en el futbol español profesional, la Sociedad Anónima Deportiva (SAD), las diferencias son notables, ya que aquí hablamos de un modelo mucho más impersonal, carente de tradición ya que el inversor te puede venir de la otra punta del mundo sin tan siquiera conocer el club donde ha invertido, basado en el puro negocio mercantilista donde, incluso, el resultado económico, de cara a los gestores, puede estar por encima del deportivo.
¿Cómo surgió la idea de esta última colaboración con la Fundación Fútbol Badalona?
Tenemos que contextualizarla en el actual momento de Grup La Pau, ya que después de las 2 recientes adjudicaciones en Euskadi, la cooperativa vive un momento de expansión que nos sitúa en una nueva dimensión a todos los niveles, implantando nuestro modelo de negocio en 2 regiones de la tradición y fortaleza de Catalunya y Euskadi.
Así, tuvimos claro que parte de este éxito lo debíamos revertir en beneficio de nuestra sociedad, a la cual nos debemos y, a la cual debemos tanto, sin que ello comprometiera la viabilidad económica de la cooperativa (estas colaboraciones representan poco más del 0,1% de nuestro presupuesto anual).
Al mismo tiempo, como empresa, y a pesar de que nuestro sector, el del transporte sanitario, no depende como otros de las campañas de marketing/publicidad o de los patrocinios.
También entendimos que no podíamos renunciar a hacer llegar nuestra marca, nuestra filosofía, a todos los rincones de los pueblos, ciudades, provincias y comunidades donde prestamos servicio.
Con esta idea, escogimos aquellos proyectos y clubes que creíamos que podían generar un beneficio a colectivos vulnerables y, también, posibilitarnos una mayor visibilidad.
Con estas 2 premisas, el acuerdo con la Fundació de Futbol Badalona fue muy sencillo, pues depende del club de nuestra ciudad, el CF Badalona, y porque nos daba la oportunidad de ayudar a los equipos de la base para que los niños que forman parte de la Fundació puedan realizar el deporte que les gusta. Y que asimismo aprendan valores como el compañerismo y la amistad formando parte de un colectivo.
CF Badalona, Deportivo Alavés, Joventut, Baskonia, a parte de estos grandes nombres, ¿colaboran con alguna entidad más?
De manera muy reciente, ya que el acuerdo se firmó el 14 de septiembre, hemos añadido un nuevo club a esta lista: la SD Amorebieta.
Como los que habéis nombrado, el hecho de poder colaborar con la SD Amorebieta nos hacía especial ilusión, ya que la historia de este club es para conocer y admirar. Consiguió por primera vez en sus 96 años de historia el ascenso a la 2ª División (actual Liga SmartBank) con un presupuesto para la temporada 2020/2021 de 700.000 euros, con unos sueldos muy por debajo de lo que se paga en 2ª División B, con un estadio con capacidad para 3.000 espectadores, motivo por el cual deben jugar en Lezama (instalaciones que pertenecen al Athletic Club de Bilbao).
Es el equipo del pueblo con menos habitantes en 2ª. En definitiva, un club humilde donde el trabajo, la organización y el esfuerzo se han impuesto al dinero de otros clubes demostrando que, aunque es (muy) importante, la parte económica no lo es todo de cara a alcanzar tus objetivos un escenario que se asemeja mucho al que La Pau le ha tocado vivir en los últimos años, donde la amenaza, cada día más presente.
Eso quiere decir que empresas financiadas por capitales riesgos y multinacionales ha hecho que nos tuviéramos que replantear nuestras estrategias, fortalecernos, modernizarnos y salir de nuestra zona de confort porque, si no, veíamos como corríamos el riesgo de desaparecer.
Que importante es la implicación de las empresas con las entidades deportivas del territorio, verdad?
Sí, y quiero volver a lo que he dicho anteriormente: las empresas no podemos vivir de espaldas a la sociedad que nos posibilita alcanzar nuestros objetivos. Al contrario, debemos dar parte de lo que generamos, pues del bienestar de la mayoría salimos todos beneficiados. Si lo único que pretendemos es enriquecernos, sin fijarnos en lo que nos rodea, sin reparar en cómo, desde nuestra posición privilegiada, puedo ayudar a mi entorno, estaré indirectamente lastrando el crecimiento futuro de mi compañía.
¿Qué les dirías a aquellas empresas que no se deciden a dar el paso en la colaboración de las entidades de su entorno?
Desde el punto de vista financiero, recomendaría que se visualizara como una inversión, no como un gasto que hace menguar tu cuenta de explotación.
Porque realmente es una inversión en imagen, reputación, valores, etc. que permite a tu empresa posicionarse de manera muy positiva a ojos de todos aquellos que no la conocen por su actividad y que, alguna vez, puedan necesitar de tus servicios.
Ese conocimiento previo por estar vinculada tu marca a proyectos solidarios y a clubes de reconocido prestigio y recorrido, seguro que te facilita la puerta de entrada a nuevas oportunidades. En definitiva, mi consejo es intentar no medir únicamente en términos económicos el retorno directo de la colaboración, sino fijarse en otros indicadores que, a medio y largo plazo, pueden suponer muchísimo más.
El fútbol femenino está en auge, pero es evidente que todavía no llega a los niveles del masculino. ¿Tienen pensado llegar a algún acuerdo con el club de fútbol femenino de la ciudad o ayudarlo de alguna manera en el futuro?
Sí, de hecho, junto al CF Badalona, estuvimos explorando conjuntamente esta idea cuando surgió la opción de ayudar a la Fundació. Por un tema de tiempos, no se ha podido realizar este año, pero me atrevo a decir que, si por cifras nos encaja y el proyecto que nos ofrecen nos parece atractivo, desde los puntos de vista comentados (filosofía, acción social, buena organización y transparencia), seguramente la próxima colaboración sea con una entidad que promueva el deporte femenino. En este sentido, no querría olvidar que ya colaboramos con el Deportivo Alavés, club que tiene su equipo femenino, las Gloriosas, en la máxima categoría del fútbol nacional (Primera Iberdrola).
Es evidente que toda colaboración va acompañada de un esfuerzo material y económico por parte de la empresa. Si siguen creciendo, ¿ampliarán la cartera de colaboración con más entidades o aumentarán con las que ya la tienen?
De momento, para esta temporada 2021/2022, nos quedamos como estamos, colaborando con los clubes antes citados. Esto no quita que, si nos llegan nuevas oportunidades (al cabo del año nos llegan varias propuestas), las estudiaremos y les daremos respuesta, pero sin querer quitar el foco de lo realmente importante para nosotros a día de hoy: estabilizar nuestro servicio y organización en Euskadi y preparar nuestro futuro en Catalunya. Creemos que hemos conseguido, en pocos años, ir de la mano de clubes de enorme prestigio e historia, incluso a nivel europeo, y ahora toca cimentar y fortalecer estos acuerdos sin renunciar a poner la guinda al pastel.
Como director financiero y entendido en la materia, ¿cómo es posible que el FC Barcelona tenga un agujero financiero de tal magnitud y aún siga vivo? En cualquier otro club más pequeño esto supondría el cierre y, tal vez, responsabilidades penales para los dirigentes, ¿verdad?
Es un tema complejo y que me resulta de difícil análisis, pues no he tenido acceso a los números del FC Barcelona más allá de titulares de prensa.
Además, no me gusta opinar de entidades que no son de mi competencia, pues entraría en cuestiones que desconozco y, seguramente, sería injusto en mis valoraciones.
Dicho esto, querría lanzar una serie de reflexiones, desde la humildad, de cara a explicar cómo se ha llegado a esta situación que todos, ahora, dicen que es muy negativa. Así, no podemos obviar el contexto que, desde marzo 2020, estamos viviendo, bajo la influencia de la pandemia por COVID19 y los efectos que ha ocasionado, bajando los ingresos de los clubes, especialmente aquellos que recibían más por taquillaje, por ingresos de televisión y por venta de merchandising. El Barça, como el Real Madrid, ha visto como sus ingresos, desde principios de 2020, se han reducido considerablemente mientras sus gastos seguían prácticamente igual.
Los principales, los de personal (fichas de sus jugadores, especialmente los del 1er equipo), se difirieron o redujeron un insuficiente 10%, y no ha sido hasta ahora, 18 meses después, cuando los capitanes han acordado rebajarse considerablemente sus salarios después de muchas negociaciones y pareciendo, desde fuera, que alguno ha accedido a ello más por la presión pública que por propio convencimiento.
Hoy podríamos decir que un buen gestor no hubiera firmado esas renovaciones (Messi, Jordi Alba, Sergio Busquets, Umtiti…), la razón principal que explica el desequilibrio actual en las cuentas del FCB, o no hubiera fichado a jugadores por valor >100M€ (después de la venta de Neymar), pero seguramente también hubiéramos sido los primeros en decir que Bartomeu debería haber dimitido en 2017 o 2018. Primero, en caso de no haber asegurado la continuidad de estos jugadores tan laureados, pero con elevados emolumentos, por encima de la treintena y con una influencia en el vestuario que ha dificultado la gestión de los diferentes entrenadores llegando a tener más poder que, incluso, el propio presidente.
Y/O segundo, en caso de no haber fichado a nadie después de la marcha de Neymar (¿acaso Coutinho o Griezmann no eran estrellas mundiales, acaso Dembelé no era un jugador top en ciernes?), guardando ese dinero para proteger las arcas del club y su patrimonio.
No olvidemos que el éxito o el fracaso de la gestión en un club deportivo del nivel del FC Barcelona, de cara a sus socios y simpatizantes, la marcan los títulos, las victorias, que la pelota entre o no, y cuando el equipo no alcanza los objetivos que se han tenido en los últimos 12 años, que no eran otros que ganarlo absolutamente todo cada año, todos estas personas que hoy se echan las manos a la cabeza, seguramente han sido los primeros en criticar al presidente cuando nos ha eliminado el Bayern de Munich, la Juventus, la Roma o el PSG.
Además obviando que hay múltiples factores que pueden condicionar el logro de tus objetivos cuando hablamos de deporte. En este sentido no conviene olvidar lo que sucedió a partir de enero de 2015 cuando, después de un partido en Anoeta, Messi se negó a entrenar; Bartomeu, esas semanas, estaba más fuera que dentro, destituyó a su director deportivo (Andoni Zubizarreta) e incluso adelantó las elecciones porque la masa social no le quería.
Sólo 6 meses después, Josep Maria Bartomeu arrasó a Joan Laporta y obtuvo mayoría absoluta revalidando su presidencia 6 años más. ¿Qué había cambiado? A nivel de gestión, que es lo que ahora estamos evaluando, seguramente nada, pero el equipo se recompuso, Luis Enrique y Messi limaron sus diferencias, y se obtuvo el triplete: al socio ya no le importaba nada más.
¿A qué me refiero? A que a “toro pasado” es muy fácil opinar, sentar cátedra, pero gestionar no es nada sencillo. Siempre estás expuesto a las críticas, mucho más desde que las redes sociales dan altavoz a todo aquel que quiera decir la suya, aún de manera anónima y a pesar de no tener conocimiento de lo que se está analizando, siendo cada vez más frecuente que se crucen líneas rojas que trascienden lo lógico.
Esa máxima de que cada uno lleva dentro a un entrenador ya se puede extrapolar a cada deportista, a cada profesión, a cada cargo, y eso me parece muy peligroso porque detrás hay personas que, en la mayoría de los casos, no dudo que se dejan todo lo que tienen para que sus proyectos alcancen sus objetivos y nosotros, desde el foro que nos posibilita Twitter o Facebook, no somos nadie para evaluar cómo lo están haciendo porque nos faltan elementos muy evidentes para poder emitir juicios de valor.
¿Esto significa que deba haber carta blanca? Evidentemente no, y no seré yo quien defienda comportamientos ilegales, pero tendemos a ser muy exigentes con el prójimo y muy poco con nosotros mismos.