Si alguna vez has entrado en el vestuario de un club profesional sabes que la calidad es de alto nivel. Todo está muy limpio, moderno y da una sensación de estar en casa.
Si trabajas en una oficina con mala luz, equipamientos antiguos y una sensación que te quita todas las ganas de estar, pues ya no podemos imaginar cómo es para los jugadores que entran en vestuarios medio rotos, sucios y con duchas que ni siquiera tienen agua caliente. Pues allí nos encontramos muchas veces al prepararnos para un entrenamiento o un partido. Hay que reflejar y decir que al menos hay vestuarios. En muchos países, especialmente en el fútbol, ni existen.
Pero para hablar del asunto, especialmente en los campos municipales, no solamente es por sanidad que sacamos el tema de los vestuarios, pero también por la seguridad.
Muchas veces son muy pequeños, especialmente para un equipo de fútbol 11, donde la calidad y el espacio reducido podrían ser condiciones peligrosas de cara a caerse, y sin mencionar la pandemia que sigue activa.
Para prepararse uno mismo y a los futbolistas hay que mentalizar la preparación para poder salir al campo con una buena mentalidad. ¿Cómo puede entonces afectar la diferencia de vestuario en este caso?
El espacio reducido para muchas personas es algo que impone una sensación de claustrofobia y estrés. Esto afecta negativamente la mente del futbolista sintiendo que el uno está por encima del otro.
La cabeza necesita tranquilidad y ya que cada uno tiene su propia manera de prepararse es como tener su propia habitación o propio espacio en casa. Nuestro alrededor nos afecta mucho más de lo que pensamos.

No es necesario poner paredes entre todos porque la sensación de «El Vestuario» es una que debemos preservar. Es lo que nos enseña compañerismo, unidad y que estamos todos en ello juntos.
Para un entrenador tampoco es lo mismo estar en el campo en frente de todos intentando dar instrucciones. Fácilmente hay distracciones que hacen que la mitad del equipo ni siquiera escuchen la mitad de lo que el míster diga.
En un vestuario el volumen de voz es más alto. Las paredes dan ecos y mantienen el sonido encerrado. Es más fácil llamar la atención y también da la imagen que, si estamos en el vestuario, nadie puede escuchar ni saber nuestros planes tácticos. Da una sensación de discreción y secretismo, algo que solamente es para nuestras orejas. Si eso no crea unidad, los problemas del equipo son más grandes.
El vestuario es como la casa en común para los futbolistas, y el campo es su jardín. No podemos despreciar el valor que esto tiene en nuestras vidas futbolísticas. Ojalá los ayuntamientos lean y entiendan esto para crear una «casa» para todos.
