La temporada 2020/2021 para el fútbol base y las competiciones no profesionales ha sido muy afectada por la pandemia.
La prórroga de las restricciones del Govern ha obligado a la Federación Catalana de Fútbol a no poder iniciar las competiciones. Hasta ahora, se ha tomado la situación con calma, pero sin gusto. Ha sido más bien aceptada, mejor dicho.
Pero ahora viene otra polémica pegando duro a los clubes. Especialmente a los de la Primera Catalana. Por falta de competición, más y más jugadores deciden abandonar a sus clubes por los de la Tercera División Nacional, una competición organizada por la RFEF donde los clubes sí que pueden ofrecer competición.
Por lo visto, es completamente comprensible que los jugadores se vayan a buscarse la vida mientras los clubes de las competiciones regionales organizadas por la FCF se quedan vacíos. Ningún club en su sentido común dirá a un jugador de no irse por respeto y compresión de la situación. Y por todo esto se quedarán heridos, sufriendo por «a lo mejor» poder entrenar normal a partir del 8 de febrero, y así, dos semanas después poder iniciar una temporada tan esperada. Pero por ser sinceros, con los datos a mano, es muy probable que no.
Pero si digamos que habrá competición a partir de finales de febrero, no solamente se van a encontrar con una pretemporada muy corta, sino también con plantillas rotas, cortadas y minimizadas por una situación fuera de su control. Y entonces, sólo hablamos de los clubes que sobrevivan. Son ellos los que perderán, y a pesar de todo, nadie puede decir a los jugadores, a los que se vayan, que hacen mal. Al final cada uno tendrá que verse por su propia casa y camino, sean cuales sean las consecuencias.