Foto: Pep Morata, Mundo Deportivo
El Barça ha sangrado económicamente desde el inicio de la pandemia. Pero la caída ya empezó 10 meses antes.
2019. Champions League. El camino a Madrid estaba sin tráfico. Sólo faltaba un último peaje. El Liverpool fuera. Y todos sabemos lo que pasó el 0-4 vio al FC Barcelona sin plaza en la final.
Tras varias temporadas cayendo duramente en el playoff de la Champions la siguiente, 2019/2020 iba a ser el año en que el club catalán por fin volvería a ganar la Champions. Luego vino la pandemia. Todo el fútbol se paró, los ingresos dejaron de entrar, pero los gastos, como los salarios, siguieron allí.
¿Quién piensa en ayudar a un club tan grande?
El resto es historia. La liga se tiró por ahí, la Champions acabó con una derrota durísima al Bayern y, para no hablar más, las salidas de Suárez y Messi.
Es curioso pensar en que si no fuera por la pandemia las cosas serían diferentes. Quizás, pero al final el club iba por un espiral malo igualmente.
Viendo el sorteo de grupos con Benfica y Bayern, obviamente el Bayern era favorito sin dudar. Benfica nunca fue un equipo pensado como superior que el Barça, pero el 3-0 en Lisboa enseñaba que los problemas del club eran mucho más graves que antes pensado.
Gracias a dos victorias contra el Dynamo Kyiv el Barça tuvo la oportunidad de meterse en los playoffs al ganar en casa contra el Benfica. No pudo. El empate vioz, en lugar de una plaza en los octavos, una misión prácticamente imposible: ganar fuera de casa contra el Bayern.
El Benfica hizo el trabajo. El Barça no. El primero irá al playoff. El segundo, increíblemente imaginado, seguirá en Europa League cuando vuelva la competición europea en febrero de 2022.