
Cada fin de semana salen vídeos de peleas en los campos de fútbol, clips cortos que solamente enseñan un momento de algo que quizás haya sido provocado desde mucho antes.
La violencia nunca es la respuesta, pero quién pueda decir que nunca haya sido provocado alguna vez hasta hacer algo que arrepiente, mentirá.
Es una cosa ver a adultos peleando por el mal comportamiento. Es otra viendo a jóvenes peleando en un partido de fútbol. Cuando vemos estos tipos de vídeos, pocas veces pensamo que a lo mejor hay algo más detrás de lo sucedido.
Nos imaginamos que un jugador lleva un partido entero tanteado por palabrotas, insultos y quizás hasta comentarios racistas. Tiene 15 años e intenta hacer todo para ignorarlo hasta un punto en que diga algo sobre su familia, por ejemplo sobre su madre etc.
En algún momento se le irá la olla, y provocado decide dar de vuelta. Empieza a gritar insultos, empieza a tirar todo lo que fue tirado a él, y como resultado se calienta la situación.
En un vídeo recientemente recibido, se ve a un jugador atacando a otro fuera del campo. Algo que parece un ataque vergonzoso, rápidamente se cambia en un ataque de otros adolescentes en la grada, quizas 5-6 persona, dando golpes, tiros etc a un jugador, provocado, a quien se le fue la olla tras un partido entero intentando ignorarlo.
La pelea, según fuentes, fue buscada por la grada, pero lo que deja el vídeo son unas imágenes vergonzosas del acto del jugador quien parece iniciar toda la pelea.
A veces, aunque no es escusa, hay que entender que las imágenes no siempre dicen toda la verdad.