La esencia misma del fútbol es simple y llanamente la pura competición. Todo, todo, todo, completamente todo dentro del mundo del fútbol está pensado para competir.
Mundiales de fútbol, Champions League, Mundiales de Clubes, Supercopas, Ligas Regionales, etc. Todo está pensado y realizado para competir, ya sea entre clubes, naciones, regiones, etc.
Es la esencia del ser humano, la que mueve estos acontecimientos multitudinarios que generan emociones que se desprenden de ese componente pasional a través de la competición.
Es esa fuente de emociones que emanan del practicante hacia el espectador. Es el sentimiento de pertenencia a un grupo del cual se adquieren modelos de referencia, pero sobre todo, son los valores arraigados que implícitamente se encuentran en la competición: superación, esfuerzo, éxito personal y colectivo, perseverancia, respeto, etc.
Entonces me pregunto, ¿qué sentido tiene la formación para no competir?
Si bien es cierto que en el fútbol base de clubes no profesionales, concretamente en las categorías inferiores, se debe empezar con la formación/diversión de los/las jugadores/as, ¿hasta qué categoría o a partir de qué categoría se considera que deben empezar a competir?
En este sentido, lo más sensato debería ser trazar una línea vertical ascendente que dé objetividad a esa transición desde la formación hacía la competición.
Pero me gustaría ir al fondo de la cuestión.
¿Qué es lo que motiva a que un grupo de personas se una para fundar un club deportivo?
Seguramente haya muchas respuestas a esta pregunta, pero la más básica de todas es la de competir, competir para crecer, crecer para ascender y ascender para llegar lo más lejos posible. Si a estas premisas le sumamos, como decía al inicio del artículo que todo está hecho para competir, el fútbol es un deporte de competición puro y duro. Podríamos apoyar esta sentencia fijándonos en la proliferación de entidades privadas que ofrecen servicios más profesionales enfocados en la mejora individual del jugador/a, como podrían ser las tecnificaciones o los campus de alto rendimiento.
Cabe aclarar que competir no significa ser resultadista, es decir, competir es llevar al máximo nivel, con todos los medios de los que disponemos, a una persona o grupo de personas, en este caso equipo de fútbol, mediante la formación continuada para que vayan logrando pequeños objetivos sin que el resultado de esos pequeños objetivos, ni el final del recorrido, sean la base del aprendizaje.
No me estoy refiriendo a la competición que muchos tienen asociada a la de superar a otras personas o grupos, alcanzar el éxito o destacar por encima de los otros, no me refiero a esa competición. No me refiero a competir como el fin de lograr un título, o llegar al top 3, o ser los mejores. Me refiero a competir individual- y grupalmente a través de la formación. Me refiero a la competición del siglo XXI, la del aprendizaje y la mejora permanente, la forma en la que se compite donde el rival o compañero de equipo deja de serlo para pasar a ser alguien que examina tu propio aprendizaje o el de tu equipo.
Si estamos de acuerdo en que el fútbol es un deporte puramente competitivo, no tiene sentido que haya clubes de fútbol en el que se abogue por la formación solamente, pues la finalidad del fútbol conlleva la competición intrínsecamente y de momento no conozco ningún club de fútbol formativo que no esté inscrito en ninguna liga o competición.
Consecuentemente un club de fútbol que apueste solamente por la formación de sus jugadores, su línea de objetivos es totalmente horizontal, puesto que sus objetivos son meramente formativos, sin apostar por el crecimiento y el ascenso.
Pero, ¿es esto cierto? ¿O es otra forma de marketing para el reclamo de jugadores? ¿No sería más lícito abogar por el modelo de formación/competición?
Es decir, formar a los jugadores/as para profundizar al máximo en el conocimiento del fútbol, evaluarlos, agruparlos según conocimientos/calidad, e intentar ir compitiendo, creciendo y avanzando hacia un club con más nivel.
Cuando un club de fútbol opta, lícitamente, por ser un club de fútbol formativo exclusivamente, está derrochando tiempo, esfuerzo y sacrificio de entrenadores, jugadores y dirigentes en algo que no será de provecho para el mismo en un futuro.
Está invirtiendo todo ese trabajo y esfuerzo para que otros clubes se nutran de ellos, pues cuando algún jugador/a destaca un poco por encima del resto no tiene opción de retenerlo ya que el futuro dentro de ese club es corto, sin contar con muchas de las variables que entran en juego cuando un jugador decide dejar un club.
Dejando de lado los derechos de formación que puedan ser objeto de provecho económico para un club que ha formado a un jugador que acaba siendo profesional. ¿Qué sentido tiene un club de fútbol exclusivamente formativo? ¿Qué aspiraciones hay? ¿Dónde quedan los valores por los que se fundó el club?
El fútbol es competición y la competición es competición dentro de ella misma.
Competir se enseña, se entrena y se aprende.
Pero esto lo dejaremos para otro artículo.